SEPTENARIO AL ESPÍRITU SANTO PARA PEDIR SUS DONES
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Espíritu consolador, bondad
inefable, que suavísimamente abrasas las almas en fuego celestial! Aquí venimos
tus hijos a implorar tu protección poderosa y todos tus dones, para emplearlos
en saber amar a Jesús.
Ven a nuestra inteligencia para que
reine en ella la luz purísima de Jesús. Ven a nuestra voluntad para que en ella
reine la santidad de Jesús.
Ven a nuestro corazón para que en él
reine el amor a Jesús.
Ven, por fin, a nuestro ser, para que
lo absorba la vida divina de Jesús. Tú que eres la fuente de gracia, derrámala
abundantemente en nuestros corazones.
¡Oh divino Espíritu, fuente de
infinita pureza!, límpianos del pecado, renueva nuestras almas en Cristo y
escucha propicio las peticiones que ahora te hacemos.
Amén.
DÍA CUARTO - DON DE CIENCIA
El don de ciencia enseña la verdad, y
la verdad es la humildad.
Quien tiene en plenitud este don no
puede ser soberbio; porque de la verdad dimana la humildad.
Este don lleva también consigo el
propio conocimiento infuso; la distancia entre la creatura y DIOS y la bondad
gratuita de sus favores; esta gracia, lejos de envanecerla, la confunde y
humilla, y la hace tocar su impotencia, su debilidad y su nada. Esta ciencia de
ambos conocimientos es la verdadera ciencia que produce frutos de sólidas
virtudes.
Este don lo regala el Espíritu Santo
por medio de la oración o contemplación.
La ciencia que no se funda en Dios es
vana y peligrosa; la ciencia que procede del Espíritu Santo se encuentra en el
fondo de un alma pura y sacrificada; ¡en la Cruz está la verdadera ciencia de
los santos!
Para la ciencia humana, da Dios la
inteligencia al hombre en su entendimiento; y para la divina le da la luz de la
fe y el don de ciencia. Este don lo da el Espíritu Santo no tanto en los
libros, sino en el conocimiento claro de lo sobrenatural y divino por medio del
trato *íntimo, humilde y frecuente* con Dios, por la *oración.*
La ciencia de lo divino sólo con el don
del Espíritu Santo se conoce; él lo da para bien de muchos, no solamente para
quien lo recibe; como los talentos de que habla el Evangelio, que deben
producir y multiplicarse.
¡Feliz el alma que tiene la ciencia
de los justos! ¡Puede recibir sin bambolearse en la humildad los tesoros de
gracia y virtudes, y quedarse en su propia nada, devolviendo a Dios lo que es
suyo!
Este don contiene un secreto, dentro
de la luz que infunde en los espíritus que posee, y consiste en que oculta al
alma sus buenas cualidades y virtudes, y la afianza en su pequeñez.
El Espíritu Santo mueve con el don de
ciencia la más profunda humildad.
¡Danos, Espíritu divino, el don de
ciencia, que anhelamos ser humildes! ¡Enséñanos a orar con verdadera contrición
y a llamarte en nuestra ayuda! Sé nuestra luz en la oscuridad; enséñanos a amar
la Cruz y descúbrenos sus secretos. Queremos vivir en el Corazón de Jesús en
donde tú habitas, Espíritu Santo, en ese Corazón que es abismo de humildad y de
amor.
Amén.
ORACIÓN FINAL
¡Oh Espíritu Santo, benigno y
consolador que te complaces en aliviar nuestros males!
¡Oh fuego celestial que fecundizas
cuanto tocas!, ¡ven a extender por todo el mundo el amor a la Cruz! Derrama
sobre nosotros tu suave unción; suscita vocaciones de laicos, religiosos y
sacerdotes. Presérvanos de todo mal y llénanos de celestiales riquezas. Amén.
JACULATORIA
Crea en mí, ¡Dios mío!, un corazón
puro y renuévame por dentro con espíritu firme.
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