DÍA
SEGUNDO - DON DE ENTENDIMIENTO
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Espíritu
consolador, bondad inefable, que suavísimamente abrasas las almas en fuego
celestial! Aquí venimos tus hijos a implorar tu protección poderosa y todos tus
dones, para emplearlos en saber amar a Jesús.
Ven a nuestra
inteligencia para que reine en ella la luz purísima de Jesús. Ven a nuestra
voluntad para que en ella reine la santidad de Jesús.
Ven a nuestro
corazón para que en él reine el amor a Jesús.
Ven, por fin,
a nuestro ser, para que lo absorba la vida divina de Jesús. Tú que eres la
fuente de gracia, derrámala abundantemente en nuestros corazones.
¡Oh divino
Espíritu, fuente de infinita pureza!, límpianos del pecado, renueva nuestras
almas en Cristo y escucha propicio las peticiones que ahora te hacemos.
Amén.
Don de entendimiento
El don de
entendimiento es un don intelectual, como el de ciencia y sabiduría pero con
sus cualidades propias.
Hace conocer
al alma los secretos de la gracia. El Espíritu Santo imprime en el
entendimiento las verdades y los misterios de Dios; es el agente del amor,
porque comunica al alma sus luces y la hace amar lo único digno de ser amado.
Cuando esta
facultad se encuentra enriquecida con el don, sobrenaturaliza sus actos y mueve
a la voluntad con el amor a elevarse de las cosas de la tierra a las
celestiales.
Este don se
acompaña siempre con el de la sabiduría que hace amar la Cruz, y el don de
ciencia que nos hace internar en el conocimiento propio y en el conocimiento de
Dios.
Del santo y
fecundo conocimiento propio, brota el amor divino, atributo del don de
entendimiento. Este don tiene una gran parte en la contemplación que tantos
bienes deja en el alma: es el camino que el Espíritu Santo emplea y recorre en
sus comunicaciones divinas.
Por este don
altísimo cruza el divino fuego; el amor *comunicativo* y todas las gracias del
cielo, dejando huellas muy hondas e impresiones santísimas.
¡Qué grande
es el don de entendimiento! Es un don de santos; su fondo es el amor, y de este
amor se derivan todas las virtudes.
Este don
produce hambre de lo divino que mereció la alabanza de Jesús: "Bienaventurados
los que tiene hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados". Mt.
5, 6. ¡Dios, y sólo Dios, es el resorte que mueve al alma en todas sus
operaciones y deseos!
¡Oh Espíritu
Santo!, "dame inteligencia, y estudiaré atentamente tu ley y la observaré
con todo mi corazón!". Sal 119, 34 Y como tu ley se encierra en el
amor, quiero amarte con el amor de todas las criaturas y con el infinito amor
con que tú mismo te amas infinitamente.
Dame ese don
de entendimiento para conocerte y conocerme, para amarte y amarme a mí mismo
con humildad. ¡Madre mía!, alcánzame esta gracia del Espíritu Santo, tu divino
Esposo.
Amén.
ORACIÓN FINAL
¡Oh Espíritu
Santo, benigno y consolador que te complaces en aliviar nuestros males!
¡Oh fuego
celestial que fecundizas cuanto tocas!, ¡ven a extender por todo el mundo el
amor a la Cruz! Derrama sobre nosotros tu suave unción; suscita vocaciones de
laicos, religiosos y sacerdotes. Presérvanos de todo mal y llénanos de
celestiales riquezas. Amén.
JACULATORIA
Crea en mí,
¡Dios mío!, un corazón puro y renuévame por dentro con espíritu firme.
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