JESÚS EVANGELIZA A LOS POBRES, ENVIADO
POR EL ESPÍRITU SANTO
Lc 4,18
I
"Me ha enviado a anunciar a los
pobres la Buena nueva". Lc 4, 18. Jesús desde el instante de su Encarnación
recibió, del Padre que le envió y por el Espíritu Santo que descansó en Él, una
misión múltiple, y en cumplimiento de ella se dirige primeramente a los pobres.
Pobre
por excelencia era el género humano: pobre de luz, de verdad, de virtudes. Y
Jesús vino a enriquecerle con su divina pobreza, porque el Espíritu Santo quiso
que viviera en el mundo pobre de bienes temporales, de honores, de amigos, de
reputación; pobre de lo que el mundo desea y estima.
Los
verdaderamente pobres no son los que carecen de riquezas materiales, sino los
que no tienen la gracia; los que no tienen a Dios en Jesús, que es el mayor
tesoro.
Yo
nací pobre y el Espíritu Santo me enriqueció en el bautismo al ungirme con la
sangre de Jesús. El Espíritu Santo me reconcilió con Dios.
II
El
Espíritu Santo me dio en Jesús un modelo de pobreza: "¡Bienaventurados los pobres!” Mt 5, 3
El
hombre cree que tener es un bien y anhela
tener más, ¡siempre más!
Cree
en esto hallar la paz y sólo encuentra intranquilidad. Jesús, enviado por el
Espíritu Santo, vino a evangelizar a los pobres, ...hambrientos de poseer".
Vino
a dar la Buena Nueva a los pobres, a enseñarnos las riquezas que "ni la polilla ni el herrumbre
corroen". Mt 6, 19.
Y
¿cuáles son los tesoros que nos descubrió Jesús? La humillación, la pobreza voluntaria,
el sufrimiento, la persecución. La calumnia, en una palabra: ¡la cruz!
Ésas
son las monedas que compran una dicha eterna; fue lo que nos enseñó Jesús con
su ejemplo: el verdadero camino de la bienaventuranza.
III
¡Cómo
no querer ser evangelizados por Jesús!
Dice
san Pablo: "¿Qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido?". 1 Co 4, 7
¡Ciertamente!
¿Qué tengo que no me haya venido del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?
Existencia, alma, vida espiritual y corporal, alimento, promesas de vida
eterna... todo lo hemos recibido de Jesús que vino, por el Espíritu Santo, a
traer todos los bienes a los pobres.
¡Bienaventurados
los pobres de espíritu, que miran
sus riquezas como "prestadas",
porque son de Dios, y así lo reconocen al devolvérselas agradecidos!
SER
POBRE como Jesús: sin alarde, ocultamente... Él fue pobre de alabanzas humanas,
que ni deseaba ni procuraba; ¡seamos, como él, pobres de la estima ajena,
felices ante la indiferencia y el desprecio!
¡Danos,
Espíritu Santo, valor para ser dichosos en la pobreza!
ORACIÓN
¡Divino
Espíritu, Tesoro único de nuestros corazones, ilumina mi inteligencia, para
comprender, con la luz de la fe, la Buena Nueva tan opuesta a los criterios del
mundo!
¡Oh
Espíritu de Amor, que nos prometiste en Jesús el Reino de los cielos a los
pobres de corazón!; que despegados de todo bien terreno, libres de ataduras,
imitemos contentos la vida de trabajo de Jesús.
¡Ayúdame
a pasar por la tierra sin ambiciones para que, en María, llegue al cielo enriquecido
con los bienes infinitos de la Trinidad!
Amén.
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