EL ESPÍRITU SANTO DESCIENDE SOBRE JESÚS EN FORMA DE
PALOMA
Mt 3,16; Mc 1,10; Lc 3,22; Jn 1,32
I
Desde
el instante de su Encarnación, recibió Jesús al Espíritu Santo, la plenitud de la gracia. Cuando se dice "que
descendió": "Y descendió el
Espíritu Santo" Mt 3, 16, es para marcar una nueva acción, una
singular manifestación de su complacencia en Jesús, al presentarse sensiblemente
en el Jordán sobre la cabeza del Mesías en forma de Paloma, mientras que la voz
del Divino Padre le proclamaba: "Éste
es mi Hijo muy amado en quien me complazco" Mt 3, 17.
El
Espíritu Santo también desciende, baja -¡y cuánto!- siempre que Dios viene a
sus criaturas.
Bajó
Jesús en la Encarnación, baja en la Eucaristía. ¡Sí, en la Comunión desciende
al corazón del hombre y llega hasta los límites del anonadamiento!
Y
cuánto agrada a Jesús bajar para
enseñarnos a no subir. ¿Cuándo
entenderemos que humillarnos con Él y como Él, por inspiración del Espíritu
Santo, es caminar a la verdadera grandeza, a la sublime grandeza de la Cruz?
¡Contemplemos
aquel cuadro!: Jesús, dentro del Jordán, con la cabeza inclinada; Juan Bautista,
vertiendo el agua, admirado del anonadamiento del Salvador; una Paloma con las
alas extendidas en forma de cruz; en torno, la multitud atónita al escuchar la
voz del Padre que decía: "Éste es mi
Hijo muy amado" Mt 3, 17; amado con
el amor del ¡Espíritu Santo y amado por
el mismo Espíritu Santo, la Persona del Amor!
II
Dice
Hugo de San Caro: "El Espíritu Santo que desciende, opera siete
maravillas:
1° Renueva el espíritu: ..Envía tu Espíritu y renovarás la faz de la
tierra" Sal 104, 30
2° Da la verdadera libertad del alma: ..Donde está el Espíritu de Dios, ahí está
la libertad" 2 Co 3, 17.
3° Ayuda al débil; y ciertamente: "el Espíritu divino viene en auxilio de
nuestra debilidad". Rm 8, 26
4° Reconcilia con Dios: "Y reconciliar por él y para él todas
las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra
y en los cielos". Col 1, 20
5° Inspira el sacrificio en el alma
enamorada: "El Espíritu Santo
pide por nosotros con gemidos inenarrables". Rm 8, 26
6° Lleva al cielo, al descanso eterno y eleva
el alma a deseos sobrenaturales: "¿Quién
me dará alas como de paloma?". Sal 55, 7
7° Purifica el corazón: "Crea en mí, Señor, un corazón
puro". Sal 51, 12
Gocémonos
en estas maravillas que realiza el Espíritu Santo en las almas de buena voluntad.
III
El
Espíritu Santo descendió, en el bautismo de Jesús, como Paloma; en el Tabor,
como Nube; y más tarde, en el Cenáculo sobre los Apóstoles, como lenguas de
fuego.
Sobre
Jesús descendió en forma de Paloma y de Nube, porque él era todo inocencia, pureza,
sencillez; todo bondad, luz y gracia, sin imperfección posible.
La
Paloma, imagen del Espíritu Santo, nos invita a poner nuestro nido en lo alto,
en la Roca Jesús, en la "Piedra
angular Cristo". Ef 2, 20 "Sed
como la paloma que hace su nido en el agujero de una piedra". Jr 48, 28
A
elevarnos a la contemplación, que es gracia para todos: "¡Quién me
diera alas como a la paloma para volar y descansar! Sal 55, 7
¡Descansaremos
en Dios, bajo la íntima acción del Espíritu Santo! ¿Y qué más se podría desear
en la tierra y en el cielo, sino el descanso amoroso que sólo puede darme el
Divino Espíritu?
Jesús
dijo: "Las raposas tienen sus cuevas
y las aves del cielo sus nidos, y el Hijo del hombre no tiene donde reposar su
cabeza". Mt 8, 20 Seamos
pobres: “Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Mt 5, 3
Tengamos
unión y concordia con todos, porque "somos
hijos de un mismo Padre que está en los cielos" Mt 5, 45, vamos por el
mismo camino de espinas y esperamos los mismos goces en la patria celestial.
Caminemos juntos hacia Dios, al impulso del Espíritu Santo, y prestémonos ayuda
y servicios mutuos.
ORACIÓN
¡Oh
Santo Espíritu que nunca abandonas al hombre, ven a sellar mi corazón, márcame
como cosa tuya! "Dios, que nos
ungió, también nos selló y nos dio la prenda del Espíritu Santo en nuestros
corazones". 2 Co 1, 21
¡Ven
a cubrirme con tus alas, "¡Espíritu
de sabiduría y entendimiento, Espíritu de consejo y fortaleza, Espíritu de
ciencia y de piedad, Espíritu de temor de Dios!". Is 11, 2
Dame
tus dones; haz que penetren hasta lo más íntimo de mi alma, porque quiero poseerte,
e imitar a Jesús en todas sus virtudes.
¡Virgen
santa, alcánzame ese manantial fecundo, para calmar mi sed!
Amén.
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