FUERON LLENOS DEL ESPÍRITU
SANTO
Jn 20,21-22
I
“Como el Padre me envió,
también yo os envío”. Dicho esto, sopló
sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo'' Jn 20, 21 - 22
El
que llena a los Apóstoles es el Espíritu Santo, UN MISMO DIOS CON EL HIJO DE DIOS.
Viene a continuar la obra de Jesús en la Iglesia.
"No os dejaré huérfanos
-dijo Jesús, y así lo hizo- les mandaré
otro Consolador" Jn 14, 18, añadió-
y el consuelo vino, porque el Espíritu Santo es la fuente de santidad y de
dicha.
¡Oh
feliz venida del Espíritu Santo, que tantos bienes nos trajo!
II
Jesús
envió a otro, al Espíritu Santo, Dios como él; consolador como él; al Espíritu Santo
que como Jesús pide por nosotros "con
gemidos inenarrables". Rm 8, 26 Otro que, como él, es el Amor...
¿A
cuál de las tres divinas personas debemos agradecer más, si todas tres son un
Amor para amarnos, un querer para hacernos felices?
No
quiso Jesús "dejarnos
huérfanos"... Pero ¿quién podía permanecer entre nosotros? ¡Sólo Dios
podía sustituir a Dios! ¡Sólo una Luz divina podía hacer presente a otra Luz divina!
¡Sólo un Amor, divinamente substancial, podía hacer presente al Corazón de
Jesús que tanto amó y ama a los hombres!...
III
El
Espíritu Santo es el todo para nosotros, porque le debemos la vida, la Iglesia,
la gracia; le debemos a Jesús y a María; y la resurrección, porque "El soplará los huesos áridos" Cf.
Ez 37, 4-5. y les dará vida.
Pidamos
al Espíritu Santo que inunde nuestros corazones: y a ejemplo de los Apóstoles, proclamemos
su gloria, extendamos su reinado y gritemos con todas nuestras fuerzas: ¡Amad al
Espíritu Santo, porque "el que no
tiene el Espíritu de Cristo... NO ES DE CRISTO!". Rm 8,9
¿Qué
corazón no se inflamará después de haber meditado los favores que debe al Espíritu
Santo?
ORACIÓN
Desde
hoy, te quiero consagrar, Espíritu Santo, mi cuerpo con sus sentidos, mis
fuerzas y pensamientos, mi vida entera, y grabar en mi corazón, con letras de
fuego, estas palabras: ¡Ven, oh Santo Espíritu, quiero amar con todo mi corazón
al Padre, con toda mi alma al Hijo, con todas mis fuerzas, con todos los
latidos de mi corazón a ti, esplendor del Padre y del Hijo, Espíritu Santísimo!
¡Oh
María!, por ti se va al Espíritu Santo; eres el más suave y seguro medio para
que él venga a reinar en los corazones. ¡Ruégale hoy que venga, cuanto antes, a
unir las voluntades, a traernos la paz, a triunfar de los odios entre los que
somos hermanos de Jesús e hijos tuyos!
Amén.
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