EL PADRE NOS ENVÍA AL
ESPÍRITU SANTO
Jn 14,26
I
"El Espíritu Santo que
el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo
les he dicho". Jn 14, 26
Jesús,
en los últimos días de su vida mortal, hablaba solamente del amor: pedía amor a
sus Apóstoles para la persona del amor, y les prometía el Espíritu de amor... Y eso mismo nos dice a los que anhelamos ser
sus apóstoles.
Jesús,
que es Dios, nos da el Espíritu Santo. Lo
pide como hombre y nos lo da como Dios que es.
Les
dice a sus Apóstoles: "Recibid al
Espíritu Santo" Jn 20, 22, y de Él se dijo: "Cristo os bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego". Mt
3, 11
Los
Apóstoles, educados por Jesús y formados por el Espíritu Santo, no perdían
ocasión para hablar de ese Espíritu vivificador: lo comunicaban y proclamaban
la necesidad imperiosa de someterse a su acción.
Jesús,
al decirnos que "rogará al Padre
para que nos dé otro consolador" Jn
14, 19, nos quiso mostrar el amor del Padre, y cómo Él y el Padre nos
tienen un mismo amor al enviarnos al Espíritu Santo, Espíritu de amor.
¡Oh
misterios sublimes que nos estremecen de ternura y de gratitud! ¡Oh abismos de
amor del Padre y del Verbo que conmovidos al ver nuestra miseria y dolor,
envían a consolarnos a la tercera persona de la Trinidad! ¡Todo cuanto hace
Dios por nosotros es obra del Amor!
II
¿Cómo
nos da Jesús al Espíritu Santo? Rogando al Padre, como hombre, y con sus obras:
es decir, ¡entregándose hasta morir en la Cruz! Eso ha costado a Jesús el DON
del Espíritu Santo; eso es lo que indica san Juan cuando dice: ..Aún no había Espíritu, pues todavía Jesús
no había sido glorificado". Jn 7, 39.
¡Se
llena de gratitud nuestro corazón, oh Espíritu Divino, al pensar que tú, el
mismo Amor, fuiste conquistado en favor nuestro con la sangre de Jesús, por su
amor doloroso, por treinta y tres años de agonía interna, por la vida
sacrificada de un Dios-Hombre, por su muerte de Cruz!
¡Oh
amor, amor del Amor sin límites, para mí
y para cada uno de nosotros!...
III
¡Jesús
da al Espíritu Santo para que more siempre en nosotros: el amor espléndido de
Jesús es para la vida, para la muerte,
para la eternidad: es un amor tierno, delicado, infinito: es un sol que no
se oculta jamás, sino que brilla y arde con luz y con calor eternos!
"Por
eso nos ha merecido el don del Amor mismo, el Espíritu Santo para poseernos,
iluminarnos e introducirnos a la visión divina".
San
Pablo decía: “El que no tiene el Espíritu
de Cristo, no es de Cristo”. Nada podéis sin el Espíritu Santo en orden a la
salud ni siquiera pronunciar el nombre del autor de la salvación y de la
gracia". Rm 8,9 ¡No retardemos
más nuestra conversión y pongamos toda nuestra dicha en pertenecerle!
Extendamos
su reinado, inflamémonos en su amor, consagrémonos a él y oremos para que todo
el mundo le sea consagrado.
Que
more siempre y en cada instante en nosotros, que sea nuestro confidente y que,
siendo fieles a sus santas inspiraciones, todo cuanto nos rodee nos lleve sin
cesar a él, tres veces Santo, con el Padre y con el Hijo.
¡Oh
Padre!, ¡oh Verbo, infinitamente compasivo!, ¡oh Espíritu Santo, amigo de los
hombres!, en ti tenemos al Amor en
persona, la Gracia en persona, la
jubilosa Alegría, y la Paz en persona. Queremos conocerte más,
para adorarte con mayor respeto, para amarte con toda la confianza del corazón.
ORACIÓN
¡Espíritu
Santo, te amo con María; te amaré por María; y ansío vivir en ti como María,
para tu gloria, en agradecimiento de las finezas de amor de toda la Santísima
Trinidad!
Amén
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