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Congregación Cuerpo y Sangre de Cristo

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BOGOTA, D.C. Calle 78 # 76-26 Barrio la Granja, Cundinamarca, Colombia
Horario de Eucaristías de 2018: Miércoles 5:00 p.m.; Jueves 7:00 a.m. y 5:00 p.m.; Viernes 7:00 a.m. y 5:00 p.m.; Sábado 7:00 a.m.; Domingo 7:00 a.m.- 10:00 a.m.- 5:00 p.m. ENLACE SANTÍSIMO EN LINEA https://www.churchservices.tv/navan

Información Permanente

lunes, 22 de enero de 2018

EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO

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 EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO


Para convertirse y salvarse 

San Luis María Grignion de Montfort

DEDICATORIA DEL AUTOR


🕊 ROSA BLANCA

A los Sacerdotes

Ministros del Altísimo, predicadores de la verdad, clarines del Evangelio:

permítanme presentarles la rosa blanca de este librito para hacer entrar en sus corazones y en su boca las verdades expuestas en él sencillamente y sin artificio.

En el corazón, para que Uds; mismos abracen la práctica del Santo Rosario y saboreen sus frutos.

En la boca, para que prediquen a los demás la excelencia de esta santa práctica y los atraigan a la conversión por medio de ella.

No vayan a considerar esta práctica como insignificante y de escasas consecuencias.

Así la miran el vulgo y aún muchos sabios orgullosos. Pero, en verdad, es grande, sublime y divina.

El cielo nos la ha dado para convertir a los pecadores más endurecidos y a los herejes más obstinados.

Dios vinculó a ella la gracia en esta vida y la gloria del cielo.

Los santos la han puesto en práctica y los sumos pontífices la han autorizado.

¡Oh! ¡Qué felicidad la del sacerdote y el director de almas a quienes el Espíritu Santo haya revelado este secreto
desconocido de la mayoría de los hombres o sólo conocido superficialmente por ellos!

Si obtienen su conocimiento práctico lo recitarán todos los días e impulsarán a los demás
a recitarlo.

Dios y su Madre Santísima derramarán sobre ellos gracias abundantes a fin de que sean instrumentos de
su gloria.

Y Uds. lograrán más éxito con sus palabras, aunque sencillas, en un solo mes, que los demás predicadores en muchos años. ♡🕊

sábado, 30 de septiembre de 2017

EVANGELIO SEGUN SAN MATEO 21,28-32. Domingo 01/10/17



Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: 

"¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: 'Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña'. 
El respondió: 'No quiero'. Pero después se arrepintió y fue. 
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: 'Voy, Señor', pero no fue. 
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?". "El primero", le respondieron. Jesús les dijo: "Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios. 
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él". 

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús




Leer el comentario del Evangelio por


Santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, (1891-1942), carmelita descalza, mártir, copatrona de Europa Meditación para la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo

“¡Qué se haga tu voluntad!” (Mt 6,10) En esto ha consistido, toda la vida del Salvador. Vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre, no sólo con el fin de expiar el pecado de desobediencia por su obediencia (Rm 5,19), sino también para reconducir a los hombres hacia su vocación en el camino de la obediencia. 

No se da a la voluntad de los seres creados, ser libre por ser dueño de sí mismo. Está llamada a ponerse de acuerdo con la voluntad de Dios. Si acepta por libre sumisión, entonces se le ofrece también participar libremente en la culminación de la creación. Si se niega, la criatura libre pierde su libertad. La voluntad del hombre todavía tiene libre albedrío, pero se deja seducir por las cosas de este mundo que le atraen y poseen en una dirección que la aleja de la plenitud de su naturaleza, como Dios manda y que han abolido la meta que se ha fijado en su libertad original. Además de la libertad original, pierde la seguridad de su resolución. Se vuelve cambiante e indecisa, desgarrada por las dudas y los escrúpulos, o endurecida en su error. 

Frente a esto, no hay otro remedio que el camino de seguir a Cristo, el Hijo del hombre, que no sólo obedecía directamente al Padre  del cielo, sino que se sometió también a los hombres que representaban la voluntad del Padre. La obediencia tal como Dios quería, nos libera de la esclavitud  que nos causan las cosas creadas y nos devuelve a la libertad. Así también el camino hacia la pureza de corazón.




sábado, 23 de septiembre de 2017

EVANGELIO SEGUN SAN MATEO 20,1-16a. Domingo 24/09/2017



Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña.
Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: 'Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. 
Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. 
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: '¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?'. 
Ellos les respondieron: 'Nadie nos ha contratado'. Entonces les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. 
Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: 'Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros'. 
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario. 
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario. 
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: 'Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada'. 
El propietario respondió a uno de ellos: 'Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? 
Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. 
¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?'. 
Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos»

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús





Leer el comentario del Evangelio por

Autor anónimo, siglo IX, Italia Homilía para la Septuagésima, 4-7; SC 161, pag 173
“Id también vosotros a mi viña.”

      Queridos míos, perseverad en las buenas obras que habéis comenzado.... Hombres desdichados sirven a un rey terreno con peligro de sus vidas y mediante enormes dificultades para un beneficio pasajero. ¿Por qué no serviréis vosotros al rey del cielo para obtener la bienaventuranza del Reino? Ya que, por la fe, el Señor os ha llamado a su viña, es decir, a la unidad de la Iglesia santa ¡vivid, comportaos de tal manera que, gracias a la generosidad de Dios, recibáis la moneda de plata que es la felicidad del Reino de los cielos. 

      Que nadie desespere a causa de la gravedad de sus pecados. No diga: numerosos son los pecados que he cometido hasta la vejez y extrema vejez, ya no podré obtener el perdón, sobre todo porque no es que yo haya dejado de pecar sino que los pecados me han abandonado a mí. Que este tal no desespere para nada de la misericordia divina, porque unos son llamados a la viña de Dios a la primera hora, otros a la tercera, otros a la sexta, otros a la novena, otros a la postrera. Es decir: unos son conducidos al servicio de Dios en la infancia, otros en la adolescencia, otros en la juventud, otros en la vejez, otros en la extrema vejez. 

   Que nadie, pues, sea cual fuera su edad, desespere si quiere convertirse a Dios...Trabajad fielmente en la viña de la Iglesia para recibir el salario de felicidad eterna y reinar con Cristo por los siglos de los siglos.




domingo, 17 de septiembre de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 18, 21-35. Domingo 17/19/2017



Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".

Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús


Leer el comentario del Evangelio por

San Juan Pablo II (1920-2005), Papa 
Encíclica «Dives in misericordia» cp. 7, §14 (trad. © Libreria Editrice Vaticana)



«¿No deberías, a tu vuelta, tener compasión de tu hermano?»
La Iglesia debe considerar como uno de sus deberes principales—en cada etapa de la historia y especialmente en la edad contemporánea—el de proclamar e introducir en la vida el misterio de la misericordia, revelado en sumo grado en Cristo Jesús. Este misterio, no sólo para la misma Iglesia en cuanto comunidad de creyentes, sino también en cierto sentido para todos los hombres, es fuente de una vida diversa de la que el hombre, expuesto a las fuerzas prepotentes de la triple concupiscencia que obran en él, está en condiciones de construir. Precisamente en nombre de este misterio Cristo nos enseña a perdonar siempre. ¡Cuántas veces repetimos las palabras de la oración que El mismo nos enseñó, pidiendo: «perdónanos nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mt 6,12),  es decir, a aquellos que son culpables de algo respecto a nosotros!
Es en verdad difícil expresar el valor profundo de la actitud que tales palabras trazan e inculcan. ¡Cuántas cosas dicen estas palabras a todo hombre acerca de su semejante y también acerca de sí mismo! La conciencia de ser deudores unos de otros va pareja con la llamada a la solidaridad fraterna que san Pablo ha expresado en la invitación concisa a soportarnos «mutuamente con amor» (Ep 4,2). ¡Qué lección de humildad se encierra aquí respecto del hombre, del prójimo y de sí mismo a la vez! ¡Qué escuela de buena voluntad para la convivencia de cada día, en las diversas condiciones de nuestra existencia!




domingo, 10 de septiembre de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 18,15-20. Domingo 10/09/17



Jesús dijo a sus discípulos: 

Si tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. 
Si no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. 
Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a la comunidad, considéralo como pagano o publicano. 

Les aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo. 

También les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi Padre que está en el cielo se lo concederá. 
Porque donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos. 

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús






Leer el comentario del Evangelio por
Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad  El amor más grande

«Todo lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo»: el sacramento del perdón
El otro día un periodista me hizo una curiosa pregunta: "¿Incluso usted tiene que confesarse?" Sí, le dije. Me confieso cada semana. "Entonces Dios tiene que ser muy exigente, si hasta usted tiene que confesarse." 
Seguro que su hijo a veces se equivoca, le dije. Y ¿qué ocurre cuando viene y le dice «papá, lo siento»?, ¿qué hace usted? Lo rodea con sus brazos y lo besa. ¿Por qué? Pues porque esa es su manera de decirle que lo ama.  Dios hace lo mismo. Nos ama tiernamente. Por lo tanto cuando pecamos o cometemos un error, lo que debemos hacer es servirnos de eso para acercarnos más a Dios. Digámosle humildemente: «Sé que no debería haber hecho esto, pero incluso esta falta te la ofrezco». 
Si hemos pecado o cometido un error, digámosle: «¡Lo siento! Me arrepiento». Dios es un Padre que perdona. Su clemencia es mayor que nuestros pecados. Él nos perdonará.


sábado, 2 de septiembre de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 16,21-27. Domingo 03/09/17



Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. 
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: "Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá". 
Pero él, dándose vuelta, dijo a Pedro: "¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres".
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. 
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. 
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? 
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras. 

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús





Leer el comentario del Evangelio por
San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia.  Sermón 96; PL 38, 584-586

«“Tus pensamientos no son como los de Dios, sino como los de los hombres.” (Mt 16,23)
Cuando el Señor compromete al hombre que le quiere seguir a renunciar a sí mismo, nos encontramos difícil su exigencia y duro para entender. Pero si aquel que lo pide nos ayuda a cumplirlo, su mandato no es ni difícil ni costoso...Y esta otra palabra, salida de la boca del Señor, es igualmente verdadera: “Mi yugo es suave y mi carga ligera” (Mt 11,30).
El amor, en efecto, suaviza lo que los preceptos pueden tener de costoso. Conocemos todas los prodigios que el amor es capaz de realizar...! ¿Por qué extrañarse de que aquel que ama a Cristo y lo quiere seguir, renuncie a sí mismo para amarlo?...Porque si el hombre se pierde amándose a sí mismo, sin duda, tiene que encontrarse al renunciar a si mismo...
¿Quién rehusaría seguir a Cristo hasta la vida eterna, hasta la paz suprema y la tranquilidad sin fin? Es bueno seguirle hasta allí; con todo, hay que conocer el camino que lleva hasta ahí... El camino parece cubierto de asperezas, te da en rostro, no quieres seguir a Cristo. ¡Ponte en camino! El camino que los hombres se han trazado, son irregulares, pero han sido allanados cuando Cristo los anduvo volviendo al cielo. ¿Quién rehusará, pues, caminar hacia la gloria? 


A todo el mundo le gusta ensalzarse en gloria, pero la humildad es la dirección para llegar a ella. ¿Por qué levantas el pie más alto que tú mismo? ¿Quieres despeñarte en lugar de subir? Empieza por este paso, él te hará subir. Los dos discípulos que decían: “Señor, concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria.” (Mc 10,37) no prestaban ninguna atención a este grado de humildad. Veían sólo la cumbre y no veían el camino. Pero el Señor les mostró el camino. ¿Qué es lo que les respondió? “Podéis beber la copa de amargura que yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?” (Mc 10,38).  Vosotros, que queréis llegar a la fiesta de honores ¿podréis beber el cáliz de la humildad? Por esto, el Señor no se limitó a decir, de una manera generalizada: “que se niegue a sí mismo y me siga”, sino que añadió: “que tome su cruz y me siga”.


domingo, 27 de agosto de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 16,13-20. Domingo 27/08/2017




Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?". 
Ellos le respondieron: "Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas". 
"Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?". 
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo". 
Y Jesús le dijo: "Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. 
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. 
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". 
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús





Leer el comentario del Evangelio por San Hilario (c. 315-367), obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia Comentario sobre Mateo, 16

«Tú eres... el Hijo del Dios vivo»

El Señor había preguntado: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Seguramente que la simple vista de su cuerpo manifestaba que era el Hijo del hombre, pero haciendo esta pregunta quería hacer comprender que, al verle había algo más en él, había algo que necesitaba ser discernido... El objeto de la pregunta era un misterio, a él debía tender la fe de los creyentes. 
La confesión de Pedro obtuvo plenamente la respuesta merecida por haber visto en el hombre al Hijo de Dios. Él es «dichoso», alabado por haber extendido su vista más allá de la de los ojos humanos, no prestando atención a lo que venía de la carne y de la sangre, sino contemplando al Hijo de Dios revelado por el Padre celestial. Pedro fue juzgado digno de ser el primero en reconocer que Cristo era Dios. ¡Qué fundamento que tiene la suerte de dar a la Iglesia el título de su nombre nuevo! Se convierte en la piedra digna de edificar la Iglesia, de manera que rompe las leyes del infierno... y todas las demás cárceles de muerte. Dichoso portero del cielo a quien se le confían las llaves de acceso a la eternidad; su sentencia en la tierra se adelanta a la autoridad del cielo, de manera que lo que se ligue o desligue en la tierra será ligado o desligado en el cielo.
Jesús, además, ordena a los discípulos que no digan a nadie que él es Cristo, porque era necesario que otros, es decir, la Ley y los profetas, fueran testimonios de su Espíritu, mientras que el testimonio de la resurrección es propio de los apóstoles. Y puesto que la bienaventuranza de los que conocen a Cristo en el Espíritu ha sido manifestada, se manifiesta, a su vez, el peligro de desconocer su humildad y su Pasión.


domingo, 20 de agosto de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 15,21-28. Domingo 20/08/17




Jesús partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón. 
Entonces una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor, Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un demonio". 
Pero él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron: "Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos". 
Jesús respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel". 
Pero la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor, socórreme!". 
Jesús le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los cachorros". 
Ella respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen de la mesa de sus dueños!". 
Entonces Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada. 

V. Palabra del Señor
R. Gloria a ti, señor Jesús






Leer el comentario del Evangelio por San Beda el Venerable (c. 673-735), monje benedictino, doctor de la Iglesia 

Homilía sobre los evangelios, I,22; PL 94, 102-105


“Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz!” (Mt 9,22)
El evangelio nos muestra aquí la fe grande, la paciencia y la humildad de la cananea... Esta mujer tenía una paciencia realmente poco común. En su primera petición al Señor, éste no le responde palabra. No obstante, lejos de dejar de insistir, ella implora con más ahínco el auxilio de su bondad... El Señor, viendo el ardor de nuestra fe y la tenacidad de nuestra perseverancia en la oración, tendrá compasión de nosotros y nos concederá lo que le pedimos. 

La hija de la cananea tenía un demonio que la atormentaba. Una vez expulsada la mala agitación de nuestros pensamientos y deshechos los nudos de nuestros pecados, la serenidad del espíritu volverá a nosotros, junto con la posibilidad de obrar rectamente... Si, al igual que la cananea, perseveramos en la oración con firmeza inquebrantable, la gracia de nuestro Creador se nos hará presente: corregirá todos nuestros errores interiores, santificará todo lo que es impuro, pacificará toda agitación. Porque el Señor es fiel y justo. Nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda inmundicia si le invocamos con la voz atenta de nuestro corazón.




domingo, 13 de agosto de 2017

EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 14,22-33. Domingo 13/08/17



En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. 
Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo. 
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. 
A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. 
Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. 
Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman". 
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua". 
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame". 

En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?". En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. 

Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios". 



Leer el comentario del Evangelio por Orígenes (c. 185-253), presbítero y teólogo

Comentario al Evangelio según Mateo, 11,6; PG, 13, 919
«Realmente eres Hijo de Dios»


Cuando habremos aguantado las largas horas de noche oscura que sobrevienen en los momentos de prueba, cuando habremos luchado lo mejor que sabemos..., estemos seguros que hacia el final de la noche cuando «la noche está avanzada, y el día se echa encima» (Rm 13,12), el Hijo de Dios se acercará a nosotros, caminando sobre las olas. Cuando le veremos venir así, nos sobrecogerá una turbación hasta el momento en que comprenderemos claramente que es el Salvador que ha venido entre nosotros. Creyendo ver un fantasma, gritaremos de espanto, pero él nos dirá inmediatamente: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!». 


Es posible que estas palabras que nos dan seguridad, harán surgir en nosotros un Pedro en camino hacia la perfección, que bajará de la barca, seguro de haber escapado de la prueba que le sacudía. Al principio, su deseo de salir al encuentro de Jesús le hará caminar sobre las aguas. Pero estando su fe todavía poco segura y dudando de sí mismo, se dará cuenta de la «fuerza del viento», tendrá miedo y empezará a hundirse. Sin embargo, saldrá de este peligro porque lanzará a Jesús este gran grito: «¡Señor, sálvame!». Y apenas este otro Pedro habrá acabado de decir «¡Señor, sálvame!», que el Verbo extenderá la mano para socorrerle, lo agarrará en el momento en que comenzaba a hundirse, reprochándole su poca fe y sus dudas. Fíjate, sin embargo, que no le ha dicho: «Incrédulo» sino «hombre de poca fe» y que está escrito: «¿Por qué has dudado?», es decir: «Es cierto que tenías poca fe, pero te has dejado arrastrar en el sentido contrario». Seguidamente, Jesús y Pedro volverán a subir a la barca, el viento amainará y los pasajeros, comprendiendo de qué peligro han sido salvados, adorarán a Jesús diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios». Estas palabras las dicen tan sólo los discípulos próximos a Jesús en la barca.


sábado, 5 de agosto de 2017

LA TRANSFIGURACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUS



Evangelio según San Mateo 17,1-9. 
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. 
Allí se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". 
Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: "Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: "Levántense, no tengan miedo". Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. 
Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No hablen a nadie de esta visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos". 

MONTE DE LA TRANSFIGURACIÓN - ISRAEL


Comentario del Evangelio por:  San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Sermón 78,2-6; PL 38, 490-493

“Y esta es la voz, venida del cielo, que nosotros escuchamos cuando estábamos con él en el monte santo.” (2Pe 1,18)

Señor, ¡qué bien estamos aquí!” Cansado de vivir en medio de la gente, Pedro había encontrado la soledad en la montaña donde su alma se alimentaba de Cristo. ¿Por qué tenía que dejar este lugar para ir hacia las fatigas y las penas, él que ardía en amor de Dios y, por lo tanto, santificaba su vida? Quería disfrutar de esta felicidad, aunque añadía: “Si tú quieres, hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés, otra para Elías.”....(Mt 17,4) 

Pedro deseaba tres tiendas: la respuesta venida del cielo nos muestra que no tenemos más que una: la Palabra de Dios es Cristo, la Palabra de Dios está en la Ley, la Palabra de Dios está en los profetas... En el momento en que la nube cubría a todos y formaba, para decirlo de alguna manera, una sola tienda encima de ellos, una voz salía de la nube...Aquel a quien la voz revelaba es aquel que glorificaban tanto la Ley como los profetas: “¡Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco, escuchadle!” (Mt 17,5). Ya lo habéis escuchado en los profetas, lo habéis escuchado en la Ley, ¿dónde no lo habéis oído? A estas palabras, los discípulos cayeron de bruces... 

Cayendo en tierra, los apóstoles simbolizan nuestra muerte..., pero, levantándose el Señor, simboliza la resurrección. Después de la resurrección ¿a qué sirve la Ley? ¿A qué sirven los profetas? En aquel momento Elías desaparece, desaparece también Moisés. Lo que queda: “En el principio existía la Palabra y la Palabra era junto a Dios y la Palabra era Dios” (Jn 1,1). La Palabra te queda para que Dios sea todo en todos (lCor 15,28)... 

“Desciende, Pedro, Tú deseabas descansar en la montaña... Mira que el Señor mismo te dice: “Desciende a servir y a sufrir en este mundo, a ser despreciado y crucificado en este mundo”. La vida descendió para ser asesinada, el pan descendió para soportar el hambre, el camino descendió para cansarse en los caminos, la fuente descendió para pasar sed, y tú, ¿tú rehusas el sufrimiento? ¡No busques tu propio provecho! ¡Practica la caridad, anuncia la verdad! Así llegarás a la inmortalidad y con ella encontrarás la paz.