Jesús
partió de allí y se retiró al país de Tiro y de Sidón.
Entonces
una mujer cananea, que procedía de esa región, comenzó a gritar: "¡Señor,
Hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija está terriblemente atormentada por un
demonio".
Pero
él no le respondió nada. Sus discípulos se acercaron y le pidieron:
"Señor, atiéndela, porque nos persigue con sus gritos".
Jesús
respondió: "Yo he sido enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo
de Israel".
Pero
la mujer fue a postrarse ante él y le dijo: "¡Señor,
socórreme!".
Jesús
le dijo: "No está bien tomar el pan de los hijos, para tirárselo a los
cachorros".
Ella
respondió: "¡Y sin embargo, Señor, los cachorros comen las migas que caen
de la mesa de sus dueños!".
Entonces
Jesús le dijo: "Mujer, ¡qué grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu
deseo!". Y en ese momento su hija quedó curada.
V. Palabra
del Señor
R. Gloria
a ti, señor Jesús
Leer el comentario del
Evangelio por San Beda el Venerable
(c. 673-735), monje benedictino, doctor de la Iglesia
Homilía sobre los
evangelios, I,22; PL 94, 102-105
“Hija, tu fe te ha
salvado, vete en paz!” (Mt 9,22)
El
evangelio nos muestra aquí la fe grande, la paciencia y la humildad de la
cananea... Esta mujer tenía una paciencia realmente poco común. En su primera
petición al Señor, éste no le responde palabra. No obstante, lejos de dejar de
insistir, ella implora con más ahínco el auxilio de su bondad... El Señor,
viendo el ardor de nuestra fe y la tenacidad de nuestra perseverancia en la
oración, tendrá compasión de nosotros y nos concederá lo que le pedimos.
La
hija de la cananea tenía un demonio que la atormentaba. Una vez expulsada la
mala agitación de nuestros pensamientos y deshechos los nudos de nuestros
pecados, la serenidad del espíritu volverá a nosotros, junto con la posibilidad
de obrar rectamente... Si, al igual que la cananea, perseveramos en la oración con
firmeza inquebrantable, la gracia de nuestro Creador se nos hará presente:
corregirá todos nuestros errores interiores, santificará todo lo que es impuro,
pacificará toda agitación. Porque el Señor es fiel y justo. Nos perdonará
nuestros pecados y nos purificará de toda inmundicia si le invocamos con la voz
atenta de nuestro corazón.
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