Jesús
dijo a sus discípulos:
Si
tu hermano peca, ve y corrígelo en privado. Si te escucha, habrás ganado a tu
hermano.
Si
no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por
la declaración de dos o tres testigos.
Si
se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad. Y si tampoco quiere escuchar a
la comunidad, considéralo como pagano o publicano.
Les
aseguro que todo lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y
lo que desaten en la tierra, quedará desatado en el cielo.
También
les aseguro que si dos de ustedes se unen en la tierra para pedir algo, mi
Padre que está en el cielo se lo concederá.
Porque
donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de
ellos.
V.
Palabra del Señor
R.
Gloria a ti, señor Jesús
Leer el comentario del
Evangelio por
Santa
Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la
Caridad El amor más grande
«Todo
lo que desatareis en la tierra, será desatado en el cielo»: el sacramento del
perdón
El
otro día un periodista me hizo una curiosa pregunta: "¿Incluso usted tiene
que confesarse?" Sí, le dije. Me confieso cada semana. "Entonces Dios
tiene que ser muy exigente, si hasta usted tiene que confesarse."
Seguro
que su hijo a veces se equivoca, le dije. Y ¿qué ocurre cuando viene y le dice
«papá, lo siento»?, ¿qué hace usted? Lo rodea con sus brazos y lo besa. ¿Por
qué? Pues porque esa es su manera de decirle que lo ama. Dios hace
lo mismo. Nos ama tiernamente. Por lo tanto cuando pecamos o cometemos un
error, lo que debemos hacer es servirnos de eso para acercarnos más a Dios.
Digámosle humildemente: «Sé que no debería haber hecho esto, pero incluso esta
falta te la ofrezco».
Si
hemos pecado o cometido un error, digámosle: «¡Lo siento! Me arrepiento». Dios
es un Padre que perdona. Su clemencia es mayor que nuestros pecados. Él nos
perdonará.
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