EL ESPÍRITU SANTO Y JUAN
BAUTISTA
Lc
1,41-44
I
El
Precursor del Mesías vino al mundo de manera milagrosa. El Señor, movido por
las oraciones de sus padres que eran justos y estaban llenos del Espíritu Santo, se apiadó de su ancianidad
y les concedió un hijo. "Zacarías,
su padre, quedó lleno del Espíritu Santo" Lc 2, 67 y de él se sintió
llena Isabel Lc 1, 41, su madre.
El
Espíritu Santo preparaba ya la
venida del Salvador influyendo en Juan Bautista, que más tarde había de señalar
al "Cordero de Dios que quita los
pecados del mundo". Jn 1, 29
Las
obras de Dios necesitan siempre de
la acción directa del Espíritu Santo,
y especialmente la santificación de las almas.
¡Santo
Espíritu, esencialmente activo y fecundo, vida y padre de la vida. Luz y Fuente
de la luz, bondad y mar de la bondad, dador de toda gracia!, ¡santifícanos!
II
El
nombre de Juan es lo mismo que plenitud
del Espíritu Santo, porque significa "GRACIA DE YAHVÉH". Todas
las gracias, aun antes de venir al mundo, Jesús las mereció; el Espíritu Santo las distribuye en las
almas; y María es el canal por donde esas gracias se han derramado, y se
derramarán en el mundo por los siglos de los siglos.
Desde
antes de nacer Juan Bautista, lo poseyó el Espíritu
Santo y fecundó en su alma el germen de toda virtud. ¡Espíritu de amor,
dame una chispa de tu fuego para recibir tus dones celestiales!
III
¡Cómo
gozaría el Espíritu Santo al mirar al precursor, señalando a las multitudes
quién era EL CORDERO DE DIOS; cuando bautizó a Jesús y vio abrirse el cielo,
descender una PALOMA y posarse sobre el Redentor que le haría exclamar: "Yo lo vi y doy testimonio de que éste es el Hijo de
Dios”. Jn 1, 34.
Las
consecuencias de un alma llena del Espíritu
Santo, como la de Juan Bautista, son consecuencias extensísimas, porque
convierten a innumerables pecadores y preparan la venida de Jesús en el mundo y
en las almas.
Lleno
el Precursor de ese Santo Espíritu, vivió retirado del mundo y pobre;
penitente, recogido y absorto en Dios; puro y ardiendo en celo por dar a
conocer al Salvador. Humilde y gozoso de desaparecer confesó: "Yo los bautizo con agua para
conversión; pero Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no
merezco desatarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el
fuego". Mt 3, 11.
Quiero,
aunque nada valgo, desempeñar el papel de precursor, extendiendo el conocimiento
del Espíritu Santo y su infinito amor.
ORACIÓN
¡Santo
Espíritu!, poséeme, transforma mi corazón, lava en mí lo que está manchado, y que
con tu luz y fuego arrebate las almas a Satanás y las consagre a ti para
siempre.
Amén.
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