SEPTENARIO AL ESPÍRITU SANTO PARA PEDIR SUS DONES
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
DÍA SEXTO - DON DE PIEDAD
¡Oh Espíritu consolador, bondad
inefable, que suavísimamente abrasas las almas en fuego celestial! Aquí venimos
tus hijos a implorar tu protección poderosa y todos tus dones, para emplearlos
en saber amar a Jesús.
Ven a nuestra inteligencia para que
reine en ella la luz purísima de Jesús. Ven a nuestra voluntad para que en ella
reine la santidad de Jesús.
Ven a nuestro corazón para que en él
reine el amor a Jesús.
Ven, por fin, a nuestro ser, para que
lo absorba la vida divina de Jesús. Tú que eres la fuente de gracia, derrámala
abundantemente en nuestros corazones.
¡Oh divino Espíritu, fuente de
infinita pureza!, límpianos del pecado, renueva nuestras almas en Cristo y
escucha propicio las peticiones que ahora te hacemos.
Amén.
Don de Piedad
El don de piedad lleva consigo los
dos amores el de Dios y el del prójimo en grado eminente, y por ambos amores el
alma se sacrifica; él conduce a la santidad y a la unión con el Espíritu Santo
que lo produce, lleva muchas virtudes en su seno y hace además que se
practiquen.
La verdadera piedad no consiste en
las prácticas exteriores solamente, sino en un fondo de inmolación generosa que
unifica nuestra voluntad con la de Dios: la piedad que procede del Espíritu
Santo está basada en la Cruz. Huye de todo lo que pueda encumbrarla y se oculta
en la oscuridad de las virtudes; allí brilla el don y crece sin obstáculos.
En el don de piedad está el asiento
del *amor y del dolor.* No se queda en el deseo de la santidad, se lanza al
fondo de la vida espiritual y ama con amor activo, que la lleva hasta el
sacrificio por el Amado.
La verdadera piedad es desinteresada,
no tiene envidia ni murmura; su amor al prójimo es auténtico y en él impera el
perdón y todas las obras de misericordia.
Por el don de piedad el alma busca
como combustible la mortificación y la penitencia que la purifique y la
prepare a la unión con Dios.
¡Si el Espíritu Santo encontrara
corazones para enviarles sus dones!, la farsa de la piedad es la que reina en
el mundo; el camino de la Cruz es el único que conduce al cielo.
El don de piedad aviva el fuego del
amor activo y con esa fuerza divina el alma es capaz de los más encumbrados
actos de sacrificio.
El primer carácter de la verdadera
piedad es el *amor,* manifestado en todos los detalles de nuestra vida.
El segundo es el *respeto.* El
tercero es la *sumisión.*
¡Oh Espíritu Santo, Amor del Padre y
del Hijo!, por tu Verbo concédenos el don de piedad, que nos haga arder en
celestial incendio de caridad.
Queremos subir por la Cruz al Corazón
de Cristo que tanto amamos. Amén.
ORACIÓN FNAL
¡Oh Espíritu Santo, benigno y
consolador que te complaces en aliviar nuestros males!
¡Oh fuego celestial que fecundizas
cuanto tocas!, ¡ven a extender por todo el mundo el amor a la Cruz! Derrama
sobre nosotros tu suave unción; suscita vocaciones de laicos, religiosos y
sacerdotes. Presérvanos de todo mal y llénanos de celestiales riquezas. Amén.
JACULATORIA
Crea en mí, ¡Dios mío!, un corazón
puro y renuévame por dentro con espíritu firme.
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