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Congregación Cuerpo y Sangre de Cristo

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sábado, 18 de febrero de 2017

LIBRO DE LOS SALMOS - SALMO 35 (34)



(Por recomendación de Padre John Alexander Sanabria Suarez, este salmo se debe repetir 7 veces al día en oración y meditación profunda)


SALMO 35 (34)

Súplica de un justo perseguido

1 De David. Ataca, Yahvé, a los que me atacan,
combate a los que me combaten;
2 embraza el escudo y la adarga,
y disponte a socorrerme:
3 blande la lanza y la pica
contra mis perseguidores.
Dime: «Soy tu salvación».
4 Queden confundidos y avergonzados
todos los que atentan contra mi vida.
Retrocedan humillados
los que maquinan mi mal.
5 Sean como paja ante el viento,
acosados por el ángel de Yahvé;
6 su camino, tiniebla y resbaladero,
perseguidos por el ángel de Yahvé.
7 Me tendían redes sin motivo,
cavaban una fosa para mí.
8 ¡Que les sorprenda una ruina imprevista,
que se enreden en la red que tendieron
y se hundan en la fosa que excavaron!
9 Y yo me alegraré en Yahvé,
gozaré con su victoria.
10 Dirán todos mis huesos:
Yahvé, ¿quién como tú,
para librar al débil del fuerte,
al pobre de su expoliador?
11 Se levantaban testigos violentos,
me preguntaban cosas que ignoraba;
12 me devolvían mal por bien,
me dejaban desamparado.
13 Yo, en cambio, cuando estaban enfermos,
vestido de sayal y afligido con ayunos,
repetía mi oración en mi interior.
14 Como por un amigo o un hermano,
de un lado a otro caminaba;
como de luto por una madre,
sombrío me encorvaba.
15 Mas cuando tropecé, se alegraron,
todos se unieron contra mí;
extranjeros que no conozco
sin parar me desgarraban;
16 si caía me rodeaban
rechinando sus dientes contra mí.
17 ¿Hasta cuándo, Señor, estarás mirando?
Libra mi vida de sus garras,
mi existencia de esos leones.
18 Te daré gracias en la gran asamblea,
te alabaré ante un pueblo numeroso.
19 Que no celebren mi ruina mis pérfidos enemigos,
ni anden guiñando los ojos
los que me odian sin motivo.
20 Pues no hablan en son de paz:
contra la gente pacífica
se inventan puras patrañas;
21 de mí se ríen a gusto, diciendo: «Ja, ja,
lo han visto nuestros ojos».
22 Tú lo has visto, Yahvé, no te calles,
Señor, no estés lejos de mí;
23 despiértate, levántate en mi juicio,
en defensa de mi causa, mi Dios y Señor.
24 Júzgame con tu justicia, Yahvé,
¡Dios mío, no se rían de mí!
25 Que no digan en su interior:
«¡Ajá, lo que queríamos!».
Que no digan: «Lo hemos tragado».
26 ¡Vergüenza y confusión caigan a una
sobre los que se ríen de mi mal;
se cubran de vergüenza e ignominia
los que se envalentonan a mi costa!
27 Que se alegren y griten de júbilo
los que en mi victoria se complacen,
y digan siempre sin cesar:
«Yahvé sea ensalzado,
que en la paz de su siervo se complace».
28 Mi lengua musitará tu justicia, todo el día tu alabanza.

Gloria al Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo.


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