(Por recomendación de Padre John Alexander Sanabria Suarez, este salmo se debe repetir 7 veces al día en oración y meditación profunda)
SALMO 35 (34)
Súplica
de un justo perseguido
1
De David. Ataca, Yahvé, a los que me atacan,
combate a los
que me combaten;
2 embraza el
escudo y la adarga,
y disponte a
socorrerme:
3 blande la
lanza y la pica
contra mis
perseguidores.
Dime: «Soy tu
salvación».
4 Queden
confundidos y avergonzados
todos los que
atentan contra mi vida.
Retrocedan
humillados
los que
maquinan mi mal.
5 Sean como
paja ante el viento,
acosados por
el ángel de Yahvé;
6 su camino,
tiniebla y resbaladero,
perseguidos
por el ángel de Yahvé.
7 Me tendían
redes sin motivo,
cavaban una
fosa para mí.
8 ¡Que les
sorprenda una ruina imprevista,
que se
enreden en la red que tendieron
y se hundan
en la fosa que excavaron!
9 Y yo me
alegraré en Yahvé,
gozaré con su
victoria.
10 Dirán
todos mis huesos:
Yahvé, ¿quién
como tú,
para librar
al débil del fuerte,
al pobre de
su expoliador?
11 Se
levantaban testigos violentos,
me
preguntaban cosas que ignoraba;
12 me
devolvían mal por bien,
me dejaban
desamparado.
13 Yo, en
cambio, cuando estaban enfermos,
vestido de
sayal y afligido con ayunos,
repetía mi
oración en mi interior.
14 Como por
un amigo o un hermano,
de un lado a
otro caminaba;
como de luto
por una madre,
sombrío me
encorvaba.
15 Mas cuando
tropecé, se alegraron,
todos se
unieron contra mí;
extranjeros
que no conozco
sin parar me
desgarraban;
16 si caía me
rodeaban
rechinando
sus dientes contra mí.
17 ¿Hasta
cuándo, Señor, estarás mirando?
Libra mi vida
de sus garras,
mi existencia
de esos leones.
18 Te daré
gracias en la gran asamblea,
te alabaré
ante un pueblo numeroso.
19 Que no
celebren mi ruina mis pérfidos enemigos,
ni anden
guiñando los ojos
los que me
odian sin motivo.
20 Pues no
hablan en son de paz:
contra la
gente pacífica
se inventan
puras patrañas;
21 de mí se
ríen a gusto, diciendo: «Ja, ja,
lo han visto
nuestros ojos».
22 Tú lo has
visto, Yahvé, no te calles,
Señor, no
estés lejos de mí;
23
despiértate, levántate en mi juicio,
en defensa de
mi causa, mi Dios y Señor.
24 Júzgame
con tu justicia, Yahvé,
¡Dios mío, no
se rían de mí!
25 Que no
digan en su interior:
«¡Ajá, lo que
queríamos!».
Que no digan:
«Lo hemos tragado».
26 ¡Vergüenza
y confusión caigan a una
sobre los que
se ríen de mi mal;
se cubran de
vergüenza e ignominia
los que se
envalentonan a mi costa!
27 Que se
alegren y griten de júbilo
los que en mi
victoria se complacen,
y digan
siempre sin cesar:
«Yahvé sea
ensalzado,
que en la paz
de su siervo se complace».
28 Mi lengua
musitará tu justicia, todo el día tu alabanza.
Gloria al
Padre, Gloria al Hijo y Gloria al Espíritu Santo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.